En 1778 Ignacio Nicolás Buenaventura, teniente gobernador de Ibagué, elaboró y envió a la administración del virreinato de la Nueva Granada diversos informes sobre la situación social y económica en la Montaña del Quindío; uno de estos trabajos fue identificar “las suertes” o secciones del camino entre las poblaciones de Ibagué y Cartago y, con ello, establecer las responsabilidades para mantener el camino a lado y lado de la cordillera, y las posibilidades de poblamiento y fomento de la zona a partir del señalamiento e identificación de ventas, tambos, arroyos, cruces de ríos y, sobre todo, las distancias entre diferentes puntos que sirvieran de referencia a quien tuviera necesidad de utilizar esta vía. Tal trabajo fue complementado con un inventario de plantas útiles, medicinales y comestibles, así como diferentes descripciones sobre la situación del resguardo de Pindaná y los tratantes que circulaban entre Cartago e Ibagué.